21 nov 2012

Guíscanos con jamón

Mi padre es más de campo que las amapolas. Nació en un pueblito muy pequeño, y a pesar de que marchó a la ciudad muy joven para buscar trabajo, sigue gustándole más el campo que la urbe. Además de disfrutar sembrando patatas, tomates y demás, le chifla la recogida de setas. Le encanta perderse por el monte muy temprano y llegar con una cesta llena, y por supuesto, cocinarlas y comerlas, como no. Un año cogió tantas que mi madre tuvo que hacer conserva porque no dábamos a basto a comerlas.



Siempre que sale a buscar setas suele aparecer con la cesta llena de guíscanos (o níscalos), como la semana pasada que recolectó muchísimos, a si que, aprovechando que fui de visita a casa de mis padres el fin de semana, me traje una bolsita para poder hacer este plato que tanto me gusta, guíscanos con jamón.

Para preparar guíscanos con jamón para dos personas vamos a necesitar:
  • 250 - 300 gr de guíscanos
  • 80-100 gr de jamón en tacos
  • 1 diente de ajo
  • Aceite de oliva virgen


Lo primero que hay que hacer, y lo más importante es limpiar y lavar bien los guíscanos, asegurándonos de quitarles toda la tierra y mirando bien que no tengan bichos (a veces parecen sanos pero están agusanados en el tronco). Si son muy grandes, los trocearemos en cuartos, si son menudos, los podemos dejar enteros. 

En una sartén ponemos tres o cuatro cucharadas de aceite, y cuando empiece a calentarse, añadimos un ajo cortado en láminas.

Cuando el ajo comience a dorarse, añadimos los guíscanos a la sartén y dejamos a fuego medio que se vayan cocinando. 

Una vez se haya consumido bastante el agua que sueltan los guíscanos, añadimos el jamón partido en tacos, mezclamos todo bien hasta que vaya tomando todo un tono tostado. 

No añado nunca sal, porque además de que no me gusta la comida demasiado salada, con la sal del jamón para mi gusto es suficiente. También se le pueden añadir un par de huevos para hacer un revuelto, buenísimo.

Esta receta aprendida de mi madre, es una de mis preferidas, aunque como más me gustan es simplemente haciéndolos a las brasas ya que el sabor es mucho más sencillo y a la vez más auténtico. En casa guardé unos pocos de los más pequeñitos para hacerlos a la plancha, que no es comparable para nada al sabor braseado de las ascuas, pero que tampoco está nada mal, acompañado de un poco de ajo y perejil.



Y recordad, si no estáis seguros de si una seta se puede o no comer, consultarlo con un especialista o simplemente no la cojáis. Más vale prevenir que lamentar. 

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